“Hay silencios que gritan”
Un corazón que late demasiado rápido. Una mente que no se apaga. Un cuerpo que parece vivir en modo alerta sin que sepamos por qué.
Esa es la ansiedad, el enemigo invisible de nuestra época: discreta, persistente y a veces devastadora.
En pequeñas dosis, la ansiedad es nuestra aliada: nos impulsa, nos protege, nos mantiene atentos.
Pero cuando deja de ser un aviso y se convierte en una presencia constante, deja de cuidar…… y empieza a aprisionar.
Nos atrapa en un ciclo de miedo, control y cansancio del alma.
Dos formas de perder el equilibrio
Desde la Terapia Breve Estratégica (TBE) creada por Giorgio Nardone, entendemos que no todo lo que inquieta es ansiedad.
Existen dos caminos distintos hacia el sufrimiento: la ansiedad y la angustia.
La ansiedad aparece cuando sentimos que todo depende de nosotros y aun así no logramos controlarlo. La angustia, en cambio, brota cuando percibimos que nada depende de nosotros.
Una nos acelera, la otra nos detiene. Ambas nacen del mismo desequilibrio: la lucha imposible entre el control y la rendición.
La trampa del control
El ansioso intenta dominar lo que no puede: pensamientos, emociones, sensaciones, el futuro. Cuanto más busca calmarse, más se desborda. Es como querer atrapar el agua entre los dedos: cuanto más la aprietas, más rápido se escapa.
La Terapia Breve Estratégica ofrece una salida: no se trata de ganar la batalla contra el miedo, sino de dejar de luchar con él. Aprender a moverse dentro de la ola, en lugar de oponerse a ella. A vivir la incertidumbre sin rendirse al terror.
El miedo como aliado
Dice Nardone en Más allá del miedo: “El miedo no se elimina, se transforma en un aliado cuando aprendemos a usarlo.” El miedo, cuando lo enfrentamos con curiosidad en lugar de huida, se vuelve un maestro. Cada paso dado hacia lo temido debilita su poder y fortalece nuestra confianza. Y así, lo que antes paraliza, comienza a guiarnos.
De la oscuridad a la luz
En No hay noche que no vea el día, Nardone nos recuerda que ninguna oscuridad es eterna. La ansiedad también puede ser un amanecer disfrazado. A veces, basta una acción diferente, una nueva mirada, para que la luz vuelva a filtrarse por las rendijas del miedo. El objetivo no es silenciar los síntomas, sino reaprender a dialogar con ellos. Escuchar lo que intentan decirnos, hasta que dejan de asustar y empiezan a enseñar.
Recuperar el equilibrio
Sanar no es eliminar el miedo, sino recuperar la confianza en uno mismo. Cuando dejamos de resistirnos y aprendemos a convivir con la ansiedad, el cuerpo y la mente encuentran su propio ritmo. Entonces ya no somos víctimas del miedo, sino caminantes que han aprendido a andar con él.
Recordemos…
-
- La ansiedad crece cuando intentamos controlarla
-
- Disminuye cuando dejamos de resistirnos
-
- Se transforma cuando aprendemos a vivirla de otra manera
En el Centro de Terapia Breve Estratégica de Concepción, acompañamos este proceso con estrategias concretas que permiten romper los círculos del miedo y reencontrar la serenidad.
Porque, como escribe Giorgio Nardone: “No hay noche que no vea el día.” Y aunque ahora todo parezca oscuro, la luz siempre encuentra el camino.
***Notas extraídas de libros “Más allá del miedo” y “No hay noche que no vea el día” autor Giorgio Nardone***