Emociones: aprender a cabalgar el tigre interior

“Como el tigre que angustiaba a aquel luchador luchador invencible, las emociones primarias son temibles precisamente por su imprevisibilidad. Aprender a reconocerlas y gestionarlas es transformar nuestros límites en recursos”.

Existe el mito de que las emociones tienen que llegar a la catarsis para volver a su normal funcionamiento, sin embargo, si hacemos la comparación con una represa que llena un embalse para descargarse, aún así ni la mejor infraestructura puede soportar cuando la presión del agua está en su máxima expresión y se empiezan a agrietar sus paredes, por lo que tarde o temprano un sistema con este tipo de lógica colapsa. 

Por otro lado, existe el mito del control racional de ellas como si se pudiese poner un bozal a la rabia o el placer y con eso está todo solucionado. Las emociones no son activadas por la corteza prefrontal que se encuentra ubicada en el telencéfalo, cuya función es la encargada del pensamiento lógico, sino que su sección está mediada por el paleoencéfalo o mal llamado “cerebro reptil” que es la capa encefálica que compartimos con los animales, por lo que ellas obedecen a un funcionamiento distinto con lógicas propias.

Por último, el otro error común es creer que darles rienda suelta es una buena solución, pensemos si sería buena idea soltar a un tigre con mucha hambre en un entorno lleno de personas, ya imaginaran los resultados…

Una forma más funcional y evolucionada es pensar las emociones como un tigre del que tenemos que hacernos amigos y aprender a cabalgar, esto requiere de un entrenamiento específico para aprender a gestionar estratégicamente las emociones de base que son: miedo, placer, rabia y dolor.


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